Friday, November 24, 2006


JULIO CORTAZAR

ANALISIS

La trama consiste en que un niño con una madre protectora va a un hospital de lujo para ser operado de apendicitis y a partir de ahí se establecen relaciones entre el niño y la enfermera, la madre y la enfermera... A simple vista el cuento no parece demasiado interesante, pero se genera un relato muy complejo.

El cuento de “La Señorita Cora relata el transcurso de varios días en un hospital desde el ingreso del niño protagonista. Inicialmente, la enfermedad es casi episódica, el horizonte de expectativas de esa historia es escaso en cuanto a grandes emociones... Las fuerzas operantes al principio son el conflicto entre la madre y Cora, hay un miedo de la madre de que no sepan atender al niño como es debido, “Y todo por esa mocosa de enfermera, yo me pregunto si de verdad tiene ordenes de los médicos o si lo hace por pura maldad. Pero bien que se lo dije, bien que le pregunte si estaba segura de que tenia que irme”. Podría verse aquí una dimensión posesiva de la madre hacia el niño, a lo que el niño responderá con un deseo de liberación “ya estoy lo suficientemente grande para dormir solo de noche, me parece”.

Además, se puede evidenciar que hay conflicto social, una conciencia y un orgullo de clase en la madre (que piensa “tú eres una enfermera y yo soy la señora”). El conflicto lo genera y lo produce la madre, y afecta a Cora y al niño, mientras que el padre no se da cuenta (el niño y la madre piensan que es porque siente una atracción sexual hacia Cora). “su padre se hacia el desentendido y de paso seguro que le miraba las piernas como de costumbre”.

El padre es el gran ausente de la novela, nunca oímos su voz, se habla de él pero no realiza ninguna actividad, es un personaje borroso frente a otros personajes que están muy dibujados. Por otro parte, eliminar el punto de vista de la madre responde narrativamente a que se le han bajado los humos, está aplastada ante la inminencia de la muerte del niño, pero en la trama produce inquietud porque se elimina uno de los puntos de referencia; por lo tanto, el conflicto del niño es con la adolescencia, la enfermedad es casi anecdótica y le sirve como una especie de experiencia iniciativa (dormir fuera de casa, tener que responder frente a una mujer que le resulta atractiva...). La ausencia del padre agudiza el conflicto (“mi madre me trata como a un niño delante de una mujer”).

Por otra parte, Cora proyecta lo que ha visto en la madre en el niño, a la vez que mantiene una conducta muy profesional y de acuerdo con las normas (en parte porque es una principiante, hay un deseo de agradar a la institución más que al paciente). Ella se deja llevar, y en su actitud hay una pretensión a veces de humillar al niño (“hombrecito”, “grandecito”, lo desnuda bruscamente...). Tiene una cierta agresividad, aunque también delicadeza, respecto al niño, “Y si, son siempre los mismo, una los acaricia, les dice una frase amable, y ahí nomás aparece el machito, no quiere convencerse de que todavía es una mocoso”, y el niño la acusa (llora, incluso llega a desear la muerte violenta de la enfermera...) “a pesar de los cólicos me mordí las dos manos y llore tanto que nadie, nadie puede imaginarse lo que llore mientras la maldecía y la insultaba y le clavaba un cuchillo en el pecho cinco, diez, veinte veces, maldiciéndola cada vez y gozando de lo que sufría y de cómo me suplicaba que la perdonase por lo que me había hecho”.

Sin embargo a lo largo del relato Cora va a desarrollar hacia él una actitud afectiva inicial. “Todavía le acaricie un poco el pelo, le arregle las frazadas esperando que me digiera algo, pero estaba muy lejos y sentí que le hacia sufrir mas si me quedaba. En la puerta me volví y esperé; tenía los ojos muy abierto, fijos en el cielo raso. “pablito”, le dije. “Por favor pablito. Por favor, querido.” Volví hasta la cama, me agache para besarlo; olía a frío, detrás de la colonia estaba el vomito, la anestesia. Si me quedo un segundo mas me pongo a llorar delante de el, por el.”

Al leer el relato, lo primero que nos sorprende es el cambio de punto de vista narrativo y el cambio del narrador. Hay varias voces narrativas, varios puntos de vista. El autor nos mete en la cabeza de los personajes no hay un narrador omnisciente, el único omnisciente es el lector. No hay diálogo porque no hay comunicación entre los personajes, el problema de la comunicación es típico.

No hay marca textual que indique que se cambia de voz, de narrador, la marca es el propio discurso y es el propio lector el que se tiene que dar cuenta del cambio. Esto responde a este deseo de Cortázar de renovar, porque él concibe la literatura como juego, experimento, revolución...

La incomunicación es total en este cuento y sólo la muerte como posibilidad inminente permitirá un esbozo de comunicación; pero ya los dados han sido lanzados y ya es muy tarde para Pablito. La angustia de Cora la acompañará el resto de su vida, como un cáncer doloroso.

El cuento atmosférico como lo es: La señorita Cora, nos enfrentan a una situación en muchos casos trivial que se va complicando al ritmo de la angustia que se acrecienta en los personajes y/o en los lectores. La atmósfera de incertidumbre y desasosiego nos conduce a la angustia; en donde, los horizontes del mundo de los personajes se van "angostando". De acuerdo con lo anterior podemos relacionar el cuento según lo que Husser comprobó cuando analizaba los contenidos de la mente con una serie de actos como: el recordar, desear y percibir, e incluso el contenido abstracto de esos actos, a los que Husserl llamó ‘significados’. Esos significados, proclamó, “permitían a un acto ser dirigido hacia un objeto bajo una apariencia concreta”, y afirmó que la direccionalidad, que él llamaba “intencionalidad”, era la esencia del conocimiento.

Además, en el relato La señorita Cora, observamos la lucha dramática de un adolescente; un ser que se halla entre dos realidades; la adulta y la infantil; un ser que lucha por ubicarse, por diseñar su espacio de juego; por ser admitido en alguna realidad; por no ser condenado a la marginalidad; por aprehender su propia esencia; por ser, pues hay que tener en cuenta lo que nos dice Sastre “El hombre es libre en la medida en que elige por sí solo sus acciones; pero esta libertad es una condena porque es una imposición de la cual el hombre sólo se librará al morir”..

El mundo sin Dios de Cortázar está compuesto por criaturas angustiadas que eligen sus destinos por ellos mismos y luego no pueden controlarlos. La filosofía existencialista de Sastre -que él prefería llamar ideología- nos presenta un mundo sin Dios, donde el ser humano lucha valerosamente por diseñar su existencia; en donde, el hombre está condenado a elegir, a vivir a su albedrío.

Otro aspecto es el relacionado al entorno familiar de Julio Cortazar quien desde su niñez fue constituido por su madre, su hermana, su tía y su abuela, viéndose reflejada en la entrevista en la cual sostuvo sobre el cuento de "La Señorita Cora", en donde la situación de ese adolescente enfermo el lo vivió “Como te lo dije, tuve una gran experiencia en amores sin esperanza a los dieciséis años, cuando consideraba que unas niñas de dieciocho, veinte años ¡¡eran mujeres muy adultas!” por esta razón crea una situación de realización imposible. "La Señorita Cora”. y es en este momento, donde se vislumbrar lo que dice la teoría de la sociología literaturia “ la literatura es una realidad, fenómeno o institución social, que relaciona las obras literarias y sus creadores, la sociedad y el momento histórico en que nacen, y la orientación política que las inspira”, entre tanto, las criaturas cortazarianas están condenadas a demarcar sus espacios de juego, a aceptar la existencia y darle forma; esta responsabilidad ilimitada produce angustia y desesperación.

Los personajes cortazarianos son seres solitarios que luchan a su manera por reivindicar su derecho a una vida auténtica. La soledad que rodea a estos personajes es producto de la incomunicación voluntaria que los caracteriza. Esta soledad, hija de la incomunicación, genera a su vez enajenación y angustia.

Finalmente, los personajes de Cortázar se mueven en un mundo de caos, poblado de agudas obsesiones, de minuciosos temores, de repetidos desencuentros y de insólitos desenlaces. En medio del vasto territorio de la tristeza, las criaturas cortazarianas habitan la comarca agreste de la nostalgia, quienes están en constante búsqueda - por eso la nostalgia- de aquello que les hace falta para vivir auténticamente; por consiguiente, todos los personajes se muestran desprotegidos, vulnerables y a veces tiernos; de la misma manera, nuestra simpatía y afecto incondicionales inundan a estos seres de condición marginal y desempeño enajenado.

Todos los fenomenólogos siguieron a Husserl en el intento de utilizar descripciones puras. Así, suscribieron la frase de Husserl que conducía a aprender “las cosas mismas”. Sin embargo, diferían entre sí tanto en lo referente a si la reducción fenomenológica puede ser llevada a cabo, como en lo tocante a lo que es evidente para el filósofo al dar una descripción pura de la experiencia. El filósofo alemán Martin Heidegger, colega de Husserl y su crítico más brillante, proclamó que la fenomenología debe poner de manifiesto qué hay oculto en la experiencia común diaria. Así lo mostró en El ser y el tiempo (1927) al describir lo que llamaba la ‘estructura de la cotidianidad’, o ‘ser en el mundo’, que pensó era un sistema interrelacionado de aptitudes, papeles sociales, proyectos e intenciones.

Para Heidegger, el individuo, y, por extensión el ser humano, es lo que uno hace en el mundo, pues una reducción fenomenológica a la experiencia privada es imposible, y como la acción humana se compone de un dominio directo de los objetos, no es necesario situar una entidad especial mental, llamada significado, para explicar la intencionalidad. Para Heidegger, la situación dentro del mundo entre las cosas en el momento de realizar proyectos es un tipo de intencionalidad más trascendente y fundamentadora que el manifestando sólo con mirar o pensar sobre los objetos, y es esta intencionalidad más fundamental la que hace posible la direccionalidad analizada por Husserl desde el saber científico.

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