Se enseña la literatura?
La literatura no se interpreta, se disfruta. Nadie sabe lo que intenta trasmitir el autor. No lo sabe el autor literario mismo (el autor no literario, sí que lo sabe y lo hace explícitamente, olvidando que la literatura es un discurso connotativo, es decir, una forma polisémica, “estereofónica”, de escribir). El texto literario es, entre otras cosas, un mensaje; pero no para el escritor, para quien su obra es un canto y está lleno de placer, de pulsión incontrolable, de resonancias íntimas y compartidas, de trabajo creador. El lector entrará en sintonía con los diversos elementos de la obra, su posición no es la del destinatario que recibe un mensaje dirigido, sino más bien la del receptor accidental que tropieza con un inesperado, no deseado e imprevisto mensaje que, además, carece de código pre-determinado. La obra literaria es un instrumento... musical, lleno de posibilidades que cada cual hará sonar según sus competencias, capacidad, experiencia, sentimientos y necesidades.
Por otra parte, la danza, el canto, el rito, la invocación mágico-religiosa, el mito y otras manifestaciones expresivas siempre han estado en los orígenes de todos los pueblos, han nutrido su espíritu y lo han proyectado a la posteridad. Desde que tenemos conocimiento, el ser humano ha plasmado sus inquietudes, sentimientos y emociones de diversas maneras. Ese deseo de expresión, sumado a la necesidad de indagación y de recreación de un mundo ya creado, lo lleva tanto a los descubrimientos y a las invenciones científicas como también a las representaciones creativas y artísticas de las realidades, mediante distintos medios, y así nacen las artes: la pintura, la danza, la escultura, la música, la literatura. El mundo de la literatura: sus orígenes y su caracterización como palabra creadora, liberadora, artística. En tal sentido, nos referimos a algunos recursos literarios presentes en el arte de la palabra.
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